Creer

jueves, 26 de junio de 2008


Quisiera llevarte en el bolsillo de mi pantalón. Quisiera mostrarte mis rincones favoritos, mis esquinas tristes, compartir con vos mis borracheras rosadas en el lugar del mundo que más amo. Pero una vez más tendré que creer, confiar y esperar a que tengás razón cada vez que decís que todo va a estar bien.

A domicilio

Mi sapo favorito me dijo una vez que cuando no se escribe, es porque se está bien. Y creo que tiene razón. Generalmente son la tristeza, la nostalgia o la esperanza las que nos inspiran. Pero hoy mis palabras tienen una textura feliz. Mis labios no pueden dejar de dibujar una sonrisa y la oxitocina ha hecho maravillas en mi vida. Siempre he sido una soñadora empedernida, pero obviamente he pasado por momentos de dudas. Durante una época incluso me convertí en piedra y decidí no sentir, sólo ser y disfrutar. Confieso que la pasé bien, pero como siempre, el frío, el cielo gris y las parejas de viejitos me hacían extrañar lo que nunca tuve. Hay muchas personas que dejan de creer o simplemente se conforman con cualquier cosa porque piensan que la magia nunca va llegar a sus vidas. Muchos ni siquiera creen en la magia. Hay otras que sufren tanto que se rinden. Pero hay otros soñadores locos que sí creemos. A ellos les quiero decir que podemos encontrar sin buscar lo que siempre quisimos, y a veces incluso, nos llega a domicilio.

lili ;)

El pecado

viernes, 13 de junio de 2008

Estudié en un colegio católico. Tuve mi primera clase de educación sexual a los 11 años. Nos llevaron a mis compañeros y a mí a una “charla de reproducción” dictada por los alumnos de la promo. Mamá me había explicado que los niños se hacen con la semillita que el papá le pone a la mamá en la pancita. No tengo muy buena memoria, por lo que no recuerdo detalles de esa clase, lo único que guardó mi memoria fue el momento en el que cada una de las personas que estábamos siendo “instruidas” respecto a la reproducción debíamos escribir una pregunta de forma anónima. Yo siempre había tenido una curiosidad, la escribí en el papelito que entregué tímidamente. La respuesta que me dieron fue que NO, besarse no había sido pecado. A los trece años me dieron mi primer beso y recordé esa respuesta y sentí que me habían mentido.

 
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