Ella baila porque le encanta. No le interesa ni jugar ni encontrar al que vuela. Entre el humo, la música y las luces nadie la mira por dentro. Sólo ven las medias rojas, el vestido negro y la mirada pedante de alguien a quien no le importa nadie. Sólo ven el empaque.
Ninguno parece interesarse en lo que ella sueña, lo que siente o lo que piensa (siempre el sueño en primer lugar). A nadie parece importarle cuál es su insecto favorito, o si prefiere el día o la noche. Se quedan en las medias, en la carne y en los tacos que ella tanto odia. A ella no le importa, sabe que después de todo, los sapos siempre llueven y ella no se moja.
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