Necesidad

viernes, 16 de mayo de 2008

(Para nadie, para el todo que sigo esperando)

Solo necesito algunas cosas
Tan imprescindibles que lastiman
Necesito un pedazo de nube
Y un pincel de imaginación
Para darle forma

Necesito la calma que todas
Las tormentas arrastran a su muerte
Y una cortina de música
Con la que cubro mis temores
Y a la vez los aliento

Me hace falta el respiro del final del día
Y la muchedumbre de aplausos extraños
La sortija que apresa el dedo y lo vuelve visible
La compañía que se vuelve amargura en ausencia
Y el recuerdo de los que no están más

El abrazo que conmueve estos ojos que te extrañan
Y tal vez el salud que prosigue al estornudo
Que provocan los vientos que traen tu olor
Y lo llevan a rondar por el mundo que prometes

Necesito aquella mano calida de apretar
Y el amigo que falto solo cuando supo que estorbaba
El levantar la ceja y dar a entender todo
Y el pensar en vos alta que nadie espera
Pero que tampoco asombra

Necesito mucho, y mucho de eso tuve
Intenté dominarlo y mantenerlo sumiso
Pero aquello es fugaz pues libre es
Como alguna vez lo fui yo
Antes de que fueras la necesidad primera
Tan precisa y dañina como insaciable.


Sebastián Iriarte Tineo

¿Invicta?

jueves, 15 de mayo de 2008

Mi cupido favorito me dijo que saliera de la habitación. Me cambié, me puse colonia y renegué un poco por mi cabello. Con mi cara de tres noches de desvelo lo conocí justo cuando se iba. Nos encontramos de frente, busqué sus ojos, se puso nervioso y yo coqueta. Chateamos, almorzamos, reímos, nos besamos y nos hicimos novios. Y creo que encontré el par de ojos sinceros que me antojé una noche fría y triste hace algunas semanas. Tiene las orejas más lindas del mundo, ríe todo el tiempo, y cuando me abraza me siento como una niña de quince años que se enamora por primera vez. Espero que valga la pena.

Mujer que dice chau

viernes, 2 de mayo de 2008

Ojalá fuera tan fácil decir adiós después de un gran amor. Las mujeres somos tan inexpertas para eso. Digo inexpertas porque siempre lo hacemos mal, o tal vez las cosas no pueden acabar bien cuando algo se rompe. Eduardo Galeano, en su libro de antologías “Tejidos” escribe sobre el adiós de una mujer:

Mujer que dice chau
(Eduardo Galeano)

Me llevo un paquete vacío y arrugado de cigarrillos Republicana y una revista vieja que dejaste aquí.
Me llevo los dos boletos últimos del ferrocarril. Me llevo una servilleta de papel con una cara mía que habías dibujado, de mi boca sale un globito con palabras, las palabras dicen cosas cómicas. También llevo una hoja de acacia recogida en la calle, la otra noche, cuando caminábamos separados por la gente.
Y otra hoja, petrificada, blanca, que tiene un agujerito como una ventana, y la ventana estaba velada por el agua y yo soplé y te vi y ése fue el día en el que empezó la suerte.
Me llevo el gusto del vino en la boca. (Por todas las cosas buenas, decíamos, por todas las cosas cada vez mejores, que nos van a pasar).
No me llevo ni una sola gota de veneno. Me llevo los besos cuando te ibas (no estaba nunca dormida, nunca).
Y un asombro por todo esto que ninguna carta, ninguna explicación, pueden decir a nadie lo que ha sido.

 
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