Mujer que dice chau

viernes, 2 de mayo de 2008

Ojalá fuera tan fácil decir adiós después de un gran amor. Las mujeres somos tan inexpertas para eso. Digo inexpertas porque siempre lo hacemos mal, o tal vez las cosas no pueden acabar bien cuando algo se rompe. Eduardo Galeano, en su libro de antologías “Tejidos” escribe sobre el adiós de una mujer:

Mujer que dice chau
(Eduardo Galeano)

Me llevo un paquete vacío y arrugado de cigarrillos Republicana y una revista vieja que dejaste aquí.
Me llevo los dos boletos últimos del ferrocarril. Me llevo una servilleta de papel con una cara mía que habías dibujado, de mi boca sale un globito con palabras, las palabras dicen cosas cómicas. También llevo una hoja de acacia recogida en la calle, la otra noche, cuando caminábamos separados por la gente.
Y otra hoja, petrificada, blanca, que tiene un agujerito como una ventana, y la ventana estaba velada por el agua y yo soplé y te vi y ése fue el día en el que empezó la suerte.
Me llevo el gusto del vino en la boca. (Por todas las cosas buenas, decíamos, por todas las cosas cada vez mejores, que nos van a pasar).
No me llevo ni una sola gota de veneno. Me llevo los besos cuando te ibas (no estaba nunca dormida, nunca).
Y un asombro por todo esto que ninguna carta, ninguna explicación, pueden decir a nadie lo que ha sido.

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